Wednesday, September 15, 2004

orrágic

Lidia volvió al punto de encuentro. Había cenizas y humo. Respiró todo el humo que pudo y esparció las cenizas por su cuerpo. Aguantando la respiración corrió hasta un lugar de sus sueños. Ahí, sola y segura, guardó todo el humo en un globo, extendió las cenizas en un manto blanco.
El trabajo fue arduo. Lidia dio su fuego para unir las cenizas y el humo. Con sus largas manos habituadas al barro y los colores trabajó por eones dándole forma a algo acabado. Nunca se apartó en pensamiento, sólo era ella y su obra.
A veces lloraba. Con sus lágrimas hizo los ojos.
A veces reía. Con su risa delineó el rostro.
Pasaba sus manos apenas rosando la estatua, con su aliento la acariciaba pacientemente, usaba su lengua para dibujarle el símbolo de ella en todo el cuerpo.
Lidia llamó a su obra, lo nombró Herida, murió para darle vida y desapareció con el viento del tiempo.
Cuando Herida abrió los ojos, se sintió incompleto. Buscó en su corazón y encontró un recuerdo, encontró la falta de Lidia y supo lo que había pasado.
Herida no soportaba la existencia. La falta en su corazón era demasiado grande. Deseaba a Lidia con tanta fuerza que el fuego se encendió en él y se consumía lentamente.
Terminó de consumirse con dolor y un deseo imposible. Devolvió el aliento al viento. Lidia recobró la vida, esperanzada volvió al punto de encuentro. Había cenizas y humo. Respiró todo el humo que pudo, esparció las cenizas por su cuerpo.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

¡me sigueeeeeen!
¡aaaaaaaaahhhhh!

11:45 PM  
Anonymous Anonymous said...

te molesta?

5:05 PM  

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