Thursday, September 09, 2004

(pintura de Klimt como título, por favor)

Yo Araña caminaba triunfante entre las sábanas blancas de mí mismo. Levantaba mis patitas elegantemente a cada paso. Por fin mi objetivo se había cumplido, encontrarme conmigo en otra reencarnación, ¡já, nada más increible!. Las coincidencias eran tan grandes que sabía lograría mi cometido. Al principio, cuando todavía no emprendía mi camino y me enteré de que existía la posibilidad de lograrlo me desilusioné, parecía imposible para una araña recorrer tanta distancia y llegar a un lugar determinado en un momento determinado, pero aun así comencé el camino. A cada paso que daba el abismo entre Yo Araña y Yo Hombre crecía y crecía, las dificultades aumentaban, pero las coincidencias me hablaban de un destino, eso me fortalecía para seguir adelante, no podía ser casualidad que me haya tocado reencarnar en araña conservando mis recuerdos de vidas anteriores, aquí, presisamente aquí donde pasé alguna vez siendo hombre ¡Y en este tiempo, la misma época!, já, eso no sucede, pero sucedió, ¿cómo no tener como objetivo de vida llegar hasta el punto donde coincidiríamos por un breve instante Yo Hombre y Yo? ¡Y ahí estaba!, quién me viera, hubo muchos momentos en que no creí que llegaría tan lejos.
A pesar de recordar vidas anteriores la cabeza de araña funciona muy diferente a la de un hombre. Recordaba todo como si lo viera con 23 ojos y como si lo sintiera con mis 9 sentidos de araña entre los cuales no se encuentra el oído, por eso no comprendía muchas cosas que viví como hombre(y otros tipos de seres). Y no recordaba exactamente las razones que me llevaron siendo hombre a ese presiso lugar.
Continuaba caminando entre las sábanas para llegar al rostro de Yo Hombre dormido, cuando una sombra cubrió la luz de la ventana que iluminaba el cuarto. Era un búho, temí por mi vida aunque soy una araña pequeña difícilmente un manjar para un búho tan grande, pero la ventanta estaba abierta y el búho con ojos infinitos parecía observarme directamente y seguir todos mis movimientos. Noté algo extraño, no debía temer porque ese búho no era uno cualquiera, era Yo Búho, el que sería en alguna vida consecuente, y Yo Búho había llegado a ese lugar quizá con la misma intención, encontrarme con Yo Hombre y Yo Araña. Detuve mi camino para saludarme, el diálogo entre búhos y arañas es fascinante, aunque rara vez sucede. Los búhos miran con ojos profundos e infinitos que son uno solo, y las arañas con sus múltiples ojos, que son muchos puntos de vista. Yo Búho recordaba cómo había sido ser Yo Araña y Yo Araña me preguntaba lo que sería ser Yo Búho. Dicen que los búhos tienen la conciencia clara y larga, aunque no tienen tantos sentidos como la araña ni la poesía de ser éstas, su aire lo compensa, éste lo dice todo, están por encima, no sé de qué están por encima pero lo están. Nos deleitamos con una plática tan extravagante que nos olvidamos por un momento de Yo Hombre.
Déjenme decirles algo, cuando uno se encuentra con sí mismo no se necesitan muchas palabras, poco a poco las conciencias afines se comunican entre sí, no con palabras ni pensamientos, sino con una sensación de Paz indescriptible. Que Yo Búho y Yo Araña comenzamos a sentir desde... ¡Yo Girasol!
Si Yo siendo araña y búho pude llegar hasta ese lugar, por qué no Yo Girasol. El caso era aún más impresionante, cómo pudo un girasol llegar hasta ese punto, siendo lo que es, sin poder moverse. Es el misterio de las flores y los árboles, tienen formas de hacer las cosas que ningún otro ser comprendería. En su inmovilidad de ensueño se mezclan con la realidad para jugar con ella desde puntos insospechados. Yo Buhó estaba sorprendido, al parecer él todavía no había sido Yo Girasol, que nos sonreía a su manera desde una linda maceta de barro al pie de la cama, saludándonos tranquilo con el movimiento de sus hojas al viento y sus pétalos amarillos.
Yo Girasol giraba en su flor, y me hizo sentir el propósito de la reunión(haciéndoselo sentir a sí mismo). Un instante.
En el que Yo sería más que nunca, siendo 5 en uno solo.
¿5?
Sí, Yo Hombre seguía dormido, nunca hubiese comprendido siendo hombre. En cambio Yo-Mujer, en la misma cama que Yo-Hombre, se contemplaba, sentada abrazando sus piernas desde su reunión personal con Yo-Hombre. Comprendiéndolo todo. Comprendiéndose en la inocencia del hombre, la belleza del girasol, la profundidad del búho y las pasiones de la araña.

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