...
Las primeras probadas del verdadero desamor, torturaron a mi paladar ayer de noche, con su amargo sabor.
Destrocé un alma, escuché como se rompía, y lo hice claramente porque al mismo tiempo yo, vendí la mía.
Está vez lloro más desesperadamente que nunca, por lastimar a quien amo, por saber que está en mis manos el no hacerlo, por no entender por qué no me detengo y me odio.
Destrocé un alma, escuché como se rompía, y lo hice claramente porque al mismo tiempo yo, vendí la mía.
Está vez lloro más desesperadamente que nunca, por lastimar a quien amo, por saber que está en mis manos el no hacerlo, por no entender por qué no me detengo y me odio.
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